jueves, 17 de agosto de 2017

Se cumplen 167 años del fallecimiento del general José de San Martín

En esta conmemoración, que coincide con el 200º aniversario del Cruce de los Andes, historiadores develan aspectos poco conocidos del Padre de la Patria.





El 17 de agosto del año 1850 falleció en Francia el general Don José de San Martín. A 167 años de su partida física, en cada aniversario se siguen na­rrando las grandes gestas militares que lo convirtieron en el Padre de la Patria. Sin embargo, poco se ha indagado sobre los aspectos de la vida íntima de este hombre que, mientras luchó por la liberación de los pueblos americanos, tuvo gustos y distracciones como cualquier ser terrenal.

Tanto en la escuela como en las ya clásicas revistas Anteojito y Billiken, distintas generaciones de argentinos aprendieron que nació en Yapeyú un 25 de febrero de 1778 y que, luego de intervenir en distintos campos de batalla tanto en África como en Europa, en 1812 retornó a Buenos Aires para luchar por la liberación de la Argentina, Chile y Perú. También se enteraron de que, una vez declarada la Independencia, San Martín cruzó los Andes en 1817 y posteriormente venció en Chacabuco y Maipú. Además de su faceta militar, se destacó como un político revolucionario, con pensamientos avezados e inteligentes en pos de objetivos magnos como la libertad y la independencia. Según explicó a este medio el presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Eduardo García Caffi, “en sus campañas llevaba baúles con más 800 libros y fundó bibliotecas en cada uno de los lugares en los que le tocó actuar”.

Para el titular del organismo encargado investigar y divulgar la vida y obra del Padre de la Patria, el principal legado que dejó el prócer es el hecho de pensar la libertad a través de la educación. “Al arte, la ciencia y la cultura les daba un lugar preponderante. En Lima, en trece meses construyó una nación que entre sus normas permitió el ingreso de artistas populares. Son aspectos sustanciales que nos dejó San Martín para la construcción de la patria”, explicó Eduardo García Caffi.

Aunque por sus grandes hazañas cueste pensar en San Martín como un hombre común, lo cierto es que algunos datos dan cuenta de ello. El libro La comida en la historia argentina, del historiador y periodista Daniel Balmaceda, devela que el Libertador solía pasear por la alameda mendocina con Remedios de Escalada, y que en invierno gustaba de tomar café y en verano, helado.

Indagando sobre la vida privada del prócer, Eduardo García Caffi develó a este medio que “tocaba la guitarra y jugaba muy bien al ajedrez. En campaña era una persona muy austera, que comía de pie y acompañado por su asistente. Tenía conversaciones muy interesantes de seguir”.

Reflexiones en el bicentenario del Cruce de los Andes y la gesta libertadora

Por la Dra. María Emilia Sandrín, becaria postdoctoral del Conicet y docente de la cátedra de Historia Argentina I en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP

“Si por algo recordamos al general José de San Martín es por su plan continental de independencia, pero ¿quién ayudó a San Martín en su empresa militar? Un gobierno de amigos sólidos, como lo llamó él, individuos de todos los estamentos sociales del momento: comandantes de frontera, jefes de milicia, comerciantes influyentes, hacendados que actuaban de espías, miembros del Cabildo, curas, caciques de pueblos originarios, damas valerosas, gauchos baqueanos, esclavos que añoraban su propia libertad, tenientes gobernadores de territorios cercanos como San Juan y San Luis, el gobierno de Buenos Aires, además de colaboradores de tierras más lejanas como la Banda Oriental, el Alto Perú e incluso Inglaterra e Irlanda.

El Cruce de los Andes sirve sin dudas para valorar los proyectos colectivos, el hecho de plantearse metas, sostener objetivos y accionar en base a valores fuertes, conductores que guíen ese camino y amigos sólidos que ayuden a transitarlo, luchando y defendiendo la libertad como bandera”.



El Santo de la espada


El Santo de la espada es una película argentina histórica-épica de 1970 dirigida por Leopoldo Torre Nilsson y protagonizada por Alfredo Alcón, Evangelina Salazar, Lautaro Murúa y Ana María Picchio.
Fecha de estreno inicial: 25 de marzo de 1970





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