La base del movimiento de independencia empezó con la rebelión de los Cipayos contra la Compañía Británica de las Indias Orientales. Esta asociación, creada en principio para gestionar transacciones comerciales, ejercía un absoluto control sobre el subcontinente indio consiguió aplastar la revuelta contra el poder británico, pero ésta permaneció latente. De hecho, las décadas siguientes fueron de una intensa actividad política, llegándose a fundar el Partido del Congreso, el primero en gobernar la India a partir del año 47.
Aunque fue la llegada de la persona que pudo liderar la corriente de emancipación nacionalista, Mahatma Gandhi, lo que movilizó de forma masiva a un pueblo que ya había luchado y dado la vida en una guerra mundial al lado de su metrópoli y veía necesaria una compensación.
Gracias a la protesta no violenta y a la desobediencia civil, el líder por antonomasia del pueblo indio logró, junto al número uno del Partido, Jawāharlāl Nehru, (ambos pertenecientes a la clase intelectual y conocedora de la vida occidental) poner sobre la mesa en 1929 la primera solicitud formal de independencia, seguida de la Marcha de la Sal, que dejó malherido el orgullo británico al echarle un pulso atacando directamente el monopolio que el Reino Unido tenía en ese país sobre la sal. La llegada de la Segunda Guerra Mundial sólo retrasó unos años lo inevitable. El movimiento “Abandonen la India” fue el golpe de gracia a una Gran Bretaña debilitada por los alemanes. Y al gobierno laborista de Clement Attle no le quedó más remedio que permitir en 1946 la creación de una Asamblea Constituyente y un gobierno de transición indio que darán paso al gobierno de Nehru.
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