En 1994 fue Kurt Cobain, de Nirvana. En 2002 Layne Staley, de Alice in Chains. En 2015 Scott Weiland, de Stone Temple Pilots. Como si la vida no fuera ya suficientemente corta, una generación completa vio partir lenta e inexorablemente a sus íconos. Lo de Cornell, sin embargo, sorprende más porque, si bien compartió con todos ellos una adicción a las drogas, el hombre tras "Black Hole Sun” estaba rehabilitado, felizmente casado, haciendo giras, planeando nuevos discos.
Sin ir más lejos, estaba en medio de un tour que este viernes lo tendría interpretando sus clásicos en Ohio junto a Soundgarden. Había otras fechas en otras ciudades estadounidenses para el sábado 20, el lunes 22, el jueves 25… Por si faltaran pruebas de su plenitud musical, estuvo a fines de noviembre de 2016 en Santiago de Chile a tablero vuelto, entradas agotadas, entregando un show acústico de altísimo nivel. Algo similar a lo que ocurrió luego en Lima, cuatro ciudades de Brasil y Buenos Aires. Shows repletos, presentaciones impecables, público satisfecho.
Ícono generacional
La actual gira con Soundgarden había comenzado en abril de 2017. El miércoles 17 de mayo la banda actuó en el Fox Theatre de Detroit, sin que nadie notara nada extraño. La muerte, de hecho, es considerada "inesperada y repentina” por su representante y por su familia. "Su esposa Vicky y su familia se sorprendieron al enterarse de su fallecimiento repentino e inesperado y trabajarán estrechamente con el médico forense para determinar la causa” del fallecimiento, comentó Brian Bumbery, el representante de Cornell.
Según el portal TMZ, una fuente fiable en este tipo de situaciones, Cornell fue hallado en el baño de su habitación en el hotel MGM Grand Detroit. La policía forzó la puerta del dormitorio tras recibir una llamada de auxilio; Cornell ya había fallecido y tenía un objeto atado al cuello. La principal sospecha es que el músico se suicidó, pues poco antes su esposa había solicitado a los cercanos a su marido que estuvieran atentos a él, porque podía estar en peligro.
Dueño de una voz envidiable (profunda y grave, "masculina” llegó a decirse), el compositor estaba en perfectas condiciones musicales. Nadie podría hablar de decadencia o acusarlo de vivir como tributario de viejas glorias. A su haber queda una envidiable lista de hits, algunos de ellos verdaderos himnos de toda una generación (Spoonman, Fell on Black Days, Cochise, Can't Change Me, solo por citar cuatro de memoria).
Primero con Soundgarden y, fugazmente, con Temple of the Dog, Cornell dio muestras de su valía como músico. Tras la ruptura de la primera banda, siguió como solista con el memorable Euphoria Morning (1999) para luego unirse a tres ex Rage Against the Machine para formar Audioslave. En 2012 volvió con Soundgarden para lanzar el más que correcto King Animal, y en 2015 volvió a demostrar su ductilidad con Higher Truth, como solista.
"Para que me guste una música, ésta debe o bien salir de las entrañas, a través de la ira, la agresión u otra de las pasiones del rock, o contener melancolía y autocontemplación, algo con lo que uno pueda sentir su propio dolor", dijo Cornell en una entrevista. Esa rabia quedó reflejada en sus primeros discos. Los posteriores eran más bien nostálgicos, exactamente la combinación que le gustaba tanto. Tras su muerte, quizás sus letras empiecen a cobrar una dimensión que les dé otro sentido. De cualquier manera, su legado es enorme y quedará escrito con letras doradas como el registro de uno de los grandes íconos de la música que marcó a toda una generación.
Como homenaje, lo recordamos sobre el escenario con su banda Soundgarden haciendo "Black hole sun" en el Fox Theatre en Detroit el día de ayer, horas antes de su muerte.
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