Juan Domingo Perón sostenía que “la Patria no consiste en el tiempo limitado de nuestras vidas. Nos prolongamos en nuestros hijos como en nuestras obras. En consecuencia, aspiramos a proporcionar a las generaciones de mañana una vida más plena. Más fuerte en el respeto de sus derechos. Más feliz en el cumplimiento de sus deberes”.
Esta frase tiene plena vigencia para mirar el devenir histórico, pensar el presente y proyectar el futuro, y habla de la visión política de un proyecto de gobierno sustentado en el desarrollo justo y soberano de la Patria, para los trabajadores de hoy pero también para los del mañana. Y en este sentido, la doctrina económica del Justicialismo pone al capital al servicio de la economía y del bienestar social de hoy y de mañana, en esto radica su grandeza. Por eso, las obras realizadas por Perón han resultado en la historia de nuestro país hitos difíciles de destruir: están presentes y vigentes al día de hoy, aunque el escenario político y económico del país sean otros.
El actual Gobierno de la alianza Cambiemos lejos de perpetuar las obras del peronismo que han sabido beneficiar y garantizar derechos a las amplias mayorías del pueblo, avanza a paso firme contra los derechos sociales de los trabajadores, sobre un proyecto de desindustrialización y endeudamiento externo, imponiendo las reglas de un paradigma de pensamiento liberal, privatista y antipopular.
Primer Plan Quinquenal: el rol del transporte
Luego de asumir la presidencia en 1946, Juan Domingo Perón elabora el denominado “Primer Plan Quinquenal”, sobre la base de las tres banderas del Justicialismo (Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política), el cual se componía de tres grandes áreas: Gobernación del Estado, Defensa Nacional y Economía. En este último apartado, en el capítulo IV, de Trabajos Públicos y Transportes, se contemplaba principalmente la estatización de los Ferrocarriles y áreas aledañas.
Perón plasmaba en esta primera planificación de gobierno la transformación de una economía al servicio del capital en otra que se proponía colocar el capital al servicio de la economía, y proclamar así la independencia económica:
“Previo a cualquier esfuerzo del hombre, en nuestra tierra es necesaria la independencia económica. Sin independencia económica no hay posibilidad de justicia social. Por eso, hemos trabajado tanto para obtenerla. Hemos luchado contra todo lo interno y todo lo externo y hemos vencido. Estamos ahora en la tarea de consolidarla”.
Nacionalización de los ferrocarriles
La recuperación económica de los ferrocarriles, en el marco de la reconquista de los servicios públicos, es en este sentido un emblema en la lucha por la independencia económica, que ya había sido anunciada en la plataforma electoral del 1946.
Ese mismo año, se inician las gestiones diplomáticas y económicas para nacionalizar los ferrocarriles de propiedad británica, de la mano de Miguel Miranda, presidente del Consejo Económico Nacional.
El 13 de febrero de 1947 se firma el contrato de compra-venta de los ferrocarriles y distintas empresas de capital inglés, cerrando formalmente con esta transferencia un período de noventa años de la economía argentina al servicio de Gran Bretaña.
La operación se trató fundamentalmente de la compra de las empresas británicas que estaban bajo concesiones ya próximas a vencer, mediante la “recuperación” de un crédito sobrante en favor del país (la venta de suministros argentinos durante la Segunda Guerra, deuda convertida unilateralmente de libras esterlinas a depósito en el Banco de Inglaterra).
Por entonces, aproximadamente el 70% del tendido ferroviario estaba en manos de capitales privados, por lo que la recuperación de los ferrocarriles, antes que una transacción comercial, fue la reivindicación de los valores nacionales y el detrimento de la dependencia económica, particularmente del capital inglés.
Yo no sólo quiero legar a la posteridad argentina la reconquista de los valores argentinos; su independencia económica; la incorporación al haber patrimonial del Estado de las ingentes riquezas que los argentinos habíamos entregado a manos foráneas; no solamente quiero entregar un cúmulo de dignidad a la Nación Argentina; no solamente quiero que, en el futuro, esta patria pueda afirmar con lealtad, con verdad y con fundamento que es una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana; sino que también quiero legar la seguridad de que estas nuevas formas de la argentinidad no han de desvirtuarse en el futuro.
Fragmento de un discurso de Juan Domingo Perón en un acto realizado por la Unión Ferroviaria, 22 de julio de 1949
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