Por Gastón Florio
"De
nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la Constitución y la
ley, la democracia y la esperanza”. Con esta frase Neruda –la pluma mágica
chilena- expresaba lo que aquel 11 de Septiembre se derrumbo por sangre y
fuego. El proceso que atravesaba el país pacífico, sin dudas iba más allá de su
época, y sin titubear un solo segundo, el poderío del imperialismo, junto al
empresariado y los militares reaccionarios chilenos, desplegaron todos sus
planes para apagar la llama Socialista.
Tras tres derrotas electorales, en 1970, el Socialista y futuro mártir
Latinoamericano, Salvador Allende obtiene el triunfo a través del voto popular,
por ajustado margen, hecho que genero –según el dictamen de la constitución
chilena- que su Congreso rectifique el triunfo. Y así sucedió, pese a las
intentonas de los yanquis para sobornar a los representantes para su voto
negativo (a lo Cobos). En 1958, Allende y la Unidad Popular, ya habían avivado
la mirada de muchos por su excelente elección nacional, y por el miedo al
fantasma antiimperialista en la región, el Departamento de Estado, seis años
más tarde penetran en Chile, de manera grotesca para impedir la posible.
Killing Hope relata: “Cuando Salvador Allende - un marxista comprometido -
perdió por sólo tres puntos las elecciones presidenciales chilenas en 1958, los
Estados Unidos decidió que el resultado de las próximas elecciones, a
realizarse en 1964, no podía dejarse en manos del azar ni de la democracia.
Washington lo tomó con mucha seriedad. Por ello, a comienzos de la
administración de Kennedy, en 1961, se creó un comité electoral, compuesto de
altos oficiales del Departamento de Estado, la CIA y la Casa Blanca. En
Santiago en tanto, se formo un comité paralelo compuesto por miembros de la
embajada de EE.UU. y de la CIA”. Después de operar, aquel `64, a toda la
oposición y desviar millonarias cifra a la campaña presidencial del Sur, la CIA
opto por el candidato de la Democracia Cristiana, Eduardo Frei, regalándole más
de 20 millones de dólares para utilizarlo en su riña contra el candidato de la
Unidad Popular, Allende. “La operación –prosigue Hope- fue más exitosa de lo
que se esperaba. Frei ganó un 56 por ciento de los votos en comparación con el
39 por ciento obtenido por Allende. Según la CIA, en su informe al Senado,
"fue la más exitosa campaña anti-comunista que jamás se haya
emprendido". Sin embargo, la perseverancia por la vía democrática del
marxista nacional, seis años más tarde le dio el visto bueno, en medio de
conspiraciones –de todas las caras del poder financiero- en su contra, y en los
hombros de un pueblo, cual se esperanzaba ante el nuevo presidente democrático.
La región toda, después de la mitad del Siglo XX, vivía un proceso de rebelión contra el poder opresor de las oligarquías locales, sumisas al todopoderoso poder yanqui, que se disputaba en mundo con los Soviéticos. Los procesos revolucionarios se expandían desde México hasta nuestro país, con distintos signos ideológicos y diferentes tácticas y estratégicas políticas, pero todos desangrándose por el mismo horizonte: la liberación Nacional y la unidad subcontinental. La experiencia del “Proyecto Popular”, luego “Unidad Popular” toma su vida en esa coyuntura. Sin embargo, quizás él agrego un tinte que lo distinguió históricamente en su tiempo. Desde su conformación para las elecciones de 1954, se planteara la toma de poder por vías institucionales, pese a la brutalidad del poder opresor. Con inclinación Marxista-Leninista de sus principales dirigente, lograra coalicionar con la realidad chilena formando un gran frente Nacional. Con su carácter movimientista, el UP planteara la disputa de poder dentro de las instituciones tradicionales –transitando derrotas, proscripciones y triunfo- para instalar el eje de “la vía chilena hacia el Socialismo. “Había un claro sentido que se luchaba por el socialismo independiente a sus múltiples contenidos y acepciones. La fórmula para lograrlo era mediante la conquista de parte del poder político empleando la propia institucionalidad del estado burgués: Un triunfo electoral para obtener la presidencia de la república. Desde allí y con un amplio y revolucionario programa, con la indispensable participación de las grandes mayorías, en una suerte de "correlación de masas en necesario e imparable ascenso" a favor del proyecto popular, garantizarían la continuidad y seguridad del proyecto”. La maduración política del UP lo llevo a sintetizar dos elementos, cuales en su época iban por caminos diferentes: el horizonte Socialista y la disputa de poder político dentro de las instituciones tradicionales.
Chile es un país que
tiene particularidades. Angosto y largo, cuenta con 756.097 km2 y particiones
territoriales en tres distintos continentes: Antártida, Oceanía, y por
supuesto, América. Contó con el primer gobierno Socialista del Sur de América,
pero ese sueño duro tan solo doce días, en 1932; claro está, después de
Cristo... Su lucha de la independencia, contra el absolutismo español, está
estrechamente ligada a la nuestra. Ambos compartimos los mismos actores sociales,
y los mismos sueños de la independencia de la Patria Grande contra las
ambiciones de nuestras oligarquías portuarias. Bernardo de O`Higgins será el
San Martín chileno. Amigos y compañeros de luchas, San Martín y O´Higgins
encabezaron el Ejercita de los Andes, y años después la expedición al Perú para
sellar la victoria de la democracia Americana.La región toda, después de la mitad del Siglo XX, vivía un proceso de rebelión contra el poder opresor de las oligarquías locales, sumisas al todopoderoso poder yanqui, que se disputaba en mundo con los Soviéticos. Los procesos revolucionarios se expandían desde México hasta nuestro país, con distintos signos ideológicos y diferentes tácticas y estratégicas políticas, pero todos desangrándose por el mismo horizonte: la liberación Nacional y la unidad subcontinental. La experiencia del “Proyecto Popular”, luego “Unidad Popular” toma su vida en esa coyuntura. Sin embargo, quizás él agrego un tinte que lo distinguió históricamente en su tiempo. Desde su conformación para las elecciones de 1954, se planteara la toma de poder por vías institucionales, pese a la brutalidad del poder opresor. Con inclinación Marxista-Leninista de sus principales dirigente, lograra coalicionar con la realidad chilena formando un gran frente Nacional. Con su carácter movimientista, el UP planteara la disputa de poder dentro de las instituciones tradicionales –transitando derrotas, proscripciones y triunfo- para instalar el eje de “la vía chilena hacia el Socialismo. “Había un claro sentido que se luchaba por el socialismo independiente a sus múltiples contenidos y acepciones. La fórmula para lograrlo era mediante la conquista de parte del poder político empleando la propia institucionalidad del estado burgués: Un triunfo electoral para obtener la presidencia de la república. Desde allí y con un amplio y revolucionario programa, con la indispensable participación de las grandes mayorías, en una suerte de "correlación de masas en necesario e imparable ascenso" a favor del proyecto popular, garantizarían la continuidad y seguridad del proyecto”. La maduración política del UP lo llevo a sintetizar dos elementos, cuales en su época iban por caminos diferentes: el horizonte Socialista y la disputa de poder político dentro de las instituciones tradicionales.
En la segunda mitad del Siglo pasado, Chile contaba con una población de 10 millones de habitantes, y un ingreso per cápita de más de 500 billetes norteamericanos, el mayor de la región. Sin embargo había un pequeño problema en la distribución de dicha torta: la mitad su PBI estaba en manos de 300.000 personas. Por ende, matemáticamente, la otra mitad se repartía en un número más elevado, en 9.700.000 de personas. La producción de Cobre lo distingue hasta hoy, su capacidad para la extracción de este material los ubicaba por debajo de los dos polos imperiales, colocándolo terceros en el ranking de producción mundial. Aquella patria Socialista de los doce día, decreto la nacionalización del Cobre, pero la iniciativa patriótica se esfumo rápidamente en menos de una semana. Tendría que llegar otro camarada para culminar la obra, 39 años después. Gabriel García Márquez recuerda el primer año de Allende como presidente: “En el curso del primer año se habían nacionalizado 47 empresas industriales y más de la mitad del sistema de créditos. La reforma agraria expropió e incorporó a la propiedad social 2.400.000 hectáreas de tierras activas. El proceso inflacionario se moderó: se consiguió el pleno empleo y los salarios tuvieron un aumento efectivo de un 40 por ciento. El gobierno anterior, presidido por el demócrata-cristiano Eduardo Frei, había iniciado un proceso de chilenización del cobre. Lo único que hizo fue comprar el 51 por ciento de las minas, y sólo por la mina de El Teniente pagó una suma superior al precio total de la empresa. La Unidad Popular recuperó para la nación con un solo acto legal todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales de compañías norteamericanas, la Anaconda y la Kennecott. Sin indemnización: el gobierno calculaba que las dos compañías habían hecho en 15 años una ganancia excesiva de 80.000 millones de dólares”.
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