Amado por sus seguidores, temido y odiado por sus opositores, quienes lo llamaron tirano y dictador. Estuvo en el poder por más de 20 años, con facultades extraordinarias otorgadas por la legislatura provincial, tratando de ordenar el país contra la anarquía política.
Fue reconocido por la defensa de la soberanía argentina en el caso de la flota anglo-francesa que pretendía hacer del Paraná un río de libre navegación, lo que se concretó en el combate de la Vuelta de Obligado (1845). En reconocimiento a tal actitud, el general José de San Martín le legó su sable de combate.
Sus restos fueron repatriados a la Argentina el 1 de octubre de 1989 y reposan actualmente en el panteón familiar del Cementerio de la Recoleta en la Ciudad de Buenos Aires.
En “Palabras de Historiador” de Felix Luna, el autor lo define como “el más contradictorio, el más controvertido y el que ha registrado más polémicas y el que siempre será un personaje muy ambiguo, muy difícil de definir”
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