lunes, 26 de junio de 2017

A quince años de la masacre, los responsables políticos siguen impunes e incluso algunos serán candidatos en las elecciones. Alberto Santillán anticipa que en estos meses habrá novedades en la causa.




El 26 de junio de 2002, cerca de la Estación Avellaneda, un ejército de policías con sus armas cargadas de plomo disparó contra manifestantes. Asesinaron a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Los responsables políticos de ordenar la masacre continúan impunes. El pedido de justicia no cesa y la causa que investiga a los autores ideológicos se reabrió.

Darío Santillán y Maximiliano Kosteki militaban en el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón (MTD). Aquel día, que enlutó a toda la clase obrera, Darío y Maxi junto a organizaciones piqueteras y partidos de izquierda se movilizaron al Puente Pueyrredón.

Reclamaban el pago de los planes sociales; el aumento de los subsidios de desempleo; la implementación de un plan alimentario bajo gestión de los propios desocupados; insumos para escuelas y centros de salud barriales; el desprocesamiento de los luchadores sociales y el fin de la represión.

Y llevaban una declaración de solidaridad con los trabajadores de la fábrica recuperada Zanon de Neuquén que se encontraba amenazada de desalojo.

Ese 26 de junio, seis meses después del 19 y 20 de diciembre del 2001, el gobierno de Duhalde se propuso impedir que los manifestantes llegaran al Puente Pueyrredón. Para eso reunió a tres fuerzas federales: Gendarmería, Prefectura y la Policía Federal, además de la Policía Bonaerense (gobernada entonces por Felipe Solá). Con todas esas fuerzas coordinadas militarizó todos los accesos a la Capital, en los que se desplegó a más de dos mil efectivos.

La jornada terminó con el asesinato Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en la estación Avellaneda y decenas de heridos fueron trasladados al hospital Fiorito.

En las primeras horas de la masacre la versión oficial intentó imponer la idea que los manifestantes se mataron entre ellos. Pero la masacre, registrada por periodistas, derivó en una conmoción social que obligó al entonces presidente Duhalde a adelantar las elecciones generales, a pesar que el 7 de junio de 2002 en una conferencia de prensa afirmaba que de ninguna manera las adelantaría.


Antes de la masacre

El gobierno ajustador de Fernando de la Rúa, que cayó en las jornadas del 19 y 20 de diciembre, dejó cientos de miles de desocupados y fábricas cerradas. La crisis económica y social empujó a las calles a los movimientos de desocupados y a los trabajadores a ocupar las fábricas cerradas por los patrones. Las asambleas populares se extendían.

El gobierno de Eduardo Duhalde se propuso acabar con las movilizaciones. Una semana antes de la masacre el Presidente realizó varias reuniones con miembros del gabinete, de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, de los servicios de Inteligencia del Estado, de hombres clave de la justicia y del gobernador de la provincia de Buenos Aires.

En esas reuniones el gobierno de Duhalde decidió cómo “resolver” el conflicto social, en el marco de una aguda crisis económica, política y social abierta en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. La Masacre de Avellaneda fue un crimen planificado que buscaba derrotar y disciplinar a todos los sectores en lucha.

El 24 de junio de 2002 el jefe de Gabinete Alfredo Atanasof anunció que el gobierno nacional utilizaría “todos los mecanismos para hacer cumplir la ley” ante la movilización prevista para el 26 en el Puente Pueyrredón. El Presidente anunció a la prensa que “los intentos de aislar a la Capital no pueden pasar más, tenemos que ir poniendo orden”.


El 26 de junio

Ese día las distintas organizaciones que participaban en la actividad por el pliego de reclamos al Gobierno se coordinaron para cortar cinco accesos rápidos a la Capital Federal. El MTD, que contaba con una importante presencia en la zona sur del Gran Buenos Aires, cortaría el Puente Pueyrredón.

Los operativos de las cuatros fuerzas de seguridad del Estado impidieron que se realizaran los cortes. Dispararon balas de plomo contra los manifestantes. A Maximiliano Kosteki lo asesinaron en el hall de la Estación Avellaneda; Darío entró a la estación para socorrerlo y ahí otro Bonaerense le disparó por la espalda y cayó malherido a los pocos metros.

Los dos jóvenes fueron arrastrados, sangrando, hasta afuera de la estación por los mismos policías que les habían disparado. En esta represión más de treinta personas fueron heridas de bala y cerca de doscientas fueron detenidas.

La versión oficial intentó instalar que los piqueteros, por una disputa interna, se mataron entre ellos. Versión desmentida por los trabajadores de prensa presentes: una cámara del noticiero de Canal 7 filmó el momento en que dos efectivos de la Bonaerense disparaban sobre los manifestantes, más las imágenes tomadas por un fotógrafo independiente, Sergio Kovalevsky y el fotógrafo del diario Clarín Pepe Mateos, que resultaron clave en el curso de la investigación.

Miles movilizados, Duhalde llama a elecciones

El 27 de junio miles de personas marcharon del Congreso hasta Plaza de Mayo para reclamar el esclarecimiento de los crímenes y la renuncia del presidente Duhalde.

El 28 de junio Duhalde admitió la posibilidad de que policías hayan asesinado a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki al decir que “aparentemente nuevamente quienes deben custodiar el orden son los que han llevado a cabo esta atroz cacería”.

El 29 del mismo mes un testigo declaraba ante la Justicia “lo que vi fue un fusilamiento, al flaco lo mataron por la espalda como a un perro”.

El 30 de junio el gobernador bonaerense Felipe Solá apuntó contra el comisario Alfredo Fanchiotti y dijo que era un “psicópata y asesino”.

El 2 de julio Duhalde anunció el adelantamiento de las elecciones presidenciales de septiembre a marzo de 2003.

El 4 de julio una nueva movilización, de más de 30 mil personas, marchó a Plaza de Mayo para repudiar la masacre de Avellaneda y homenajear a Darío y Maxi. Días después fueron detenidos el comisario Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta por “homicidio agravado por alevosía”.

Juicios y algunas condenas

Por el crimen de Darío y Maxi en 2006 fueron condenados a prisión perpetua el excomisario Fanchiotti y el excabo Acosta. Otros siete efectivos recibieron penas mínimas y al poco tiempo fueron liberados.

Desde julio de 2002 las familias de los jóvenes asesinados reclamaron que se juzgue también a los responsables políticos. Éstos son el expresidente Eduardo Duhalde, el entonces gobernador de Buenos Aires y actual diputado nacional del Frente Renovador Felipe Solá, el exsecretario de Seguridad Interior de la Nación Juan José Álvarez, el exjefe de la SIDE y fallecido gobernador de Río Negro Carlos Soria, el exjefe de Gabinete Alfredo Atanasof, el exministro de Justicia nacional Jorge Vanossi, el exsecretario general de la Presidencia, funcionario de todos los gobiernos kirchneristas y excandidato a gobernador del FpV Aníbal Fernández, el exministro del Interior Jorge Matzkin, el exministro de Seguridad bonaerense Luis Genoud, así como el exvicejefe de la SIDE Oscar Rodríguez.

Vanossi, Matzkin y Atanasof también instalaron la versión oficial de que los manifestantes se habían matado entre ellos. Vanossi incluso impulsó una acusación contra las organizaciones de desocupados en la Justicia federal, Mientras que Soria y Rodríguez se contactaron ese mismo día de la masacre con el comisario Fanchiotti. Soria, en los meses previos, ordenó desde la SIDE la infiltración a los movimientos piqueteros. Armaron distintas versiones, que hicieron públicas, sobre estas organizaciones. Dijeron que había grupos armados dispuestos a tirar al gobierno de turno.

La causa contra los responsables políticos estuvo a cargo del juez Ariel Lijo y el fiscal designado fue Miguel Ángel Osorio. Pero nunca se avanzó más allá de las cuestiones formales y en el año 2010, a pedido del fiscal, se archivó la causa. La lucha de los familiares y de las organizaciones sociales lograron reactivarla en el 2014.

“Parece que no, pero nosotros en silencio avanzamos un montón en la investigación”, comentó a La Izquierda Diario Alberto Santillán, padre de Darío, durante la vigilia previa al corte de este lunes. Se refiere a los abogados querellantes Paula Alvarado y Pablo Ledesma, que junto a Alberto, Leo, el hermano de Darío, y compañeros del FPDS lograron poblar de valiosos testimonios la causa reabierta, también por su insistencia y perseverancia.

Este año, además, contaron con el apoyo de la Procuvin (Procuraduría contra la Violencia Institucional), que trabajó en particular sobre algunos de esos testimonios.

Uno de ellos es el que dio el exintendente de Avellaneda, Oscar Laborde, quien luego de pasar por los tribunales aseguró a esta periodista: “Los gobiernos de Duhalde y Solá están vinculados con este caso, no tengo dudas que hubo un acuerdo, no digo para provocar asesinatos pero sí para reprimir de esa manera”.

El 21 de octubre de 2015 el sitio Ojos Vendados publicó en exclusiva la declaración testimonial de Laborde. El entonces representante especial para la Integración Económica y Social de la Cancillería contó que el ex secretario de Seguridad Juan José Álvarez le pidió que no hiciera mención pública sobre la presencia de la Prefectura en la represión. ¿Por qué? ¿Qué había que ocultar?

También relató que cuando le dijo a Felipe Solá que a su criterio los gobiernos nacional y provincial habían actuado en conjunto, el exgobernador y actual candidato massista le respondió que “lo habían puenteado”. Y recordó que en el municipio quiso armar un plan de acción porque los antecedentes le generaban “preocupación” respecto de la integridad de los manifestantes. “Todo me daba la impresión de que iba a pasar algo grave, le dije al comisario Fanchiotti que no quería un muerto en Avellaneda”.

El juez de la causa, Ariel Lijo, ya le había prometido a Alberto Santillán que no iba a permitir que la causa prescriba, y se lo reiteró el miércoles 21 cuando lo recibió en su despacho. Ese día había declarado Adriana Puiggrós, quien respaldó los dichos de Laborde, algo que ya venía sucediendo con varios otros testigos. La pedagoga y ex funcionaria afirmó que estuvo reunida con Laborde algunos días antes del 26 de junio de 2002, cuando ocurrió la masacre, y que presenció una tensa conversación telefónica en la cual el entonces intendente abandonó su calma habitual para responder casi con violencia “no quiero un muerto en Avellaneda”. Quien estaba del otro lado de la línea era el comisario Alfredo Fanchiotti.

En su momento la justicia cerró el caso porque “no había nada, necesitaban nombres” para poder sustentar la hipótesis de la querella: fue un plan en el cual el poder político otorgó luz verde a las fuerzas policiales y de seguridad para desplegar una cacería de militantes esa jornada. El padre de Darío afirma que “ahora esos nombres están”, y se refiere a Alvarez, Solá, exjefes de Gendarmería y de la SIDE, entre otros. “Como siguen impunes incluso van en las listas para esta elección, pero en breve nosotros vamos a hacer los pedidos de indagatorias, es hora que haya imputados en esta causa y esperamos que la justicia nos acompañe como dijo que haría”, apunta Santillán en alusión a la promesa del juez Lijo.

Otro de los testimonios esenciales fue el de la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, quien declaró la conversación que tuvo con el ex gobernador Felipe Solá: “Bueno mire Nora, ese es un enfrentamiento entre pobres contra pobres, quédese tranquila”, le dijo el exfuncionario el mismo 26 de junio de 2002. Esa fue la versión oficial que el gobierno de Eduardo Duhalde hizo circular cuando los heridos aún seguían llegando al hospital Fiorito, tras aquella feroz represión y cacería de militantes de la que participaron las policías Federal, Bonaerense, además de la Prefectura y la Gendarmería.



sábado, 24 de junio de 2017

24 de junio, una fecha clave para el deporte argentino y la musica.

Un día como hoy, pero de diferentes años, sucedían hechos que marcarían a nuestro deporte; nacimientos, partidos y muertes que merecen ser recordadas.




El deporte argentino brindó grandes protagonistas desde principios del siglo XX hasta estos años. También hubo momentos épicos que han sucedido (y siguen pasando) década tras década. Quizás, o seguramente, la mayoría no tuvieron contacto entre sí, salvo en algún libro de estadísticas o en la página de Wikipedia. Pero existen fechas que recuerdan varios acontecimientos importantes, más allá del año que hayan sucedido. Una de las más significativas es, sin dudas, el 24 de junio. De Fangio a Messi y Riquelme. Del gol de Caniggia a Brasil al zapatazo de Maxi Rodríguez a México, recorre año por año, aquellos hechos que marcaron nuestro deporte.

1911. Nació Juan Manuel Fangio en Balcarce, provincia de Buenos Aires. Fue el piloto argentino más importante de la historia. Ganó dos veces el Turismo Nacional y conquistó en cinco ocasiones el campeonato mundial de Fórmula 1, récord que mantuvo por más de 40 años, cuando fue superado por Michael Schumacher. Ese mismo día también llegó al mundo el reconocido escritor argentino Ernesto Sabato.


1927. Osvaldo Zubeldía nació en Junín, provincia de Buenos Aires. Fue futbolista de Vélez y Boca, entre otros, pero se consagró como entrenador en Estudiantes de La Palta, donde conquistó tres ediciones de la Copa Libertadores y una Intercontinental. Llegó a dirigir la selección argentina, aunque dejó el cargo antes del Mundial 1966 por diferencias con los dirigentes.

1978. Llega al mundo Juan Román Riquelme, uno de los futbolistas más importante del fútbol argentino. Hizo las inferiores en Argentinos Juniors y se consagró en Boca, donde ganó, entre tantos títulos, tres Libertadores y una Intercontinental. También jugó en Barcelona y Villarreal, equipo al que llevó hasta las semifinales de la Champions League. Con la selección argentina, jugó el Mundial Alemania 2006 y ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos 2008.

1987. Nació Lionel Messi en Rosario, Santa Fe. Explicar quién es o qué ganó parece innecesario. Rompió decenas de récords, ganó más de 20 títulos y acumula cuatro balones de oro. Hoy, mientras disputa la Copa América con la selección argentina, las redes sociales se rindieron a sus pies para felicitarlo por su cumpleaños número 28. Incluso, Barcelona publicó un video "inédito" con goles del crack en las inferiores.


1990. La selección argentina venció a Brasil por 1-0, en los octavos de final de del Mundial de Italia. Claudio Caniggia marcó el único tanto del partido, tras una exquisito pase de Diego Maradona, que apiló a vario defensores de la verdeamarela. "Yo estaba en el piso, con mucho dolor en el tobillo, gritando el gol casi sin voz. Y Lo veo al Canni, que festeja sólo festeja con un puñito", ironizó el Diez, en una entrevista, años después.

2006. Otro triunfo argentino muy recordado en los mundiales: 2-1 ante México, por los octavos de la Copa del Mundo de Alemania. En esta oportunidad, el golazo de Maxi Rodríguez, durante el alargue, fue el que se metió en el recuerdo de todos los hinchas. El equipo de José Pekerman, que contaba con Riquelme y Messi (o casualidad), perdió en la siguientes instancia ante el seleccionado local, por penales.

Y en la música... Un día como hoy, pero de 1935 y de 2000, perdieron la vida los músicos Carlos Gardel y Rodrigo Bueno en dos trágicos accidentes. Al igual que con su nacimiento, el cantante de tango fue tema de debate por su equipo de fútbol: ¿Racing? ¿Nacional, de Uruguay? ¿Independiente? Una respuesta que seguirá sumando teorías con el paso del tiempo. El cuartetero, en cambio, era fanático de Belgrano de Córdoba. Tras su muerte, el Pirata llevó su rostro en la camiseta en varias temporadas. Juan Carlos Olave, primo del cantante, continuó con el ritual durante gran parte de su carrera.



martes, 20 de junio de 2017

El Día de la Bandera, un homenaje a Manuel Belgrano

El 20 de junio fue elegido como día de la bandera nacional en recuerdo del fallecimiento del prócer creador de la insignia, Manuel Belgrano, fallecido en ese día de 1820. La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz.




La bandera argentina fue creada por Manuel Belgrano durante el mes de febrero de 1812, en el marco de la gesta revolucionaria de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Tomando los colores de la escarapela que ya estaba en uso, el celeste y blanco, Belgrano diseñó un estandarte que izó en la actual ciudad de Rosario el 27 de febrero de ese año. Sin embargo, el Primer Triunvirato prohibió su uso, a lo que el general nunca se enteró a tiempo y trasladó su concepción de la bandera hacia las provincias del norte, donde se hizo cargo del Ejército del Norte.

Ya en Jujuy, Belgrano hizo jurar una nueva bandera, de diseño similar a la anterior, en el río Pasaje, extremo norte de Jujuy, el 13 de febrero de 1813, poco después de que la reciente Asamblea de 1813 promovió en secreto su uso, pero no produjo normas escritas al respecto, ya que no deseaba insistir en ese momento con símbolos independentistas.

Tras la declaración de independencia el 9 de julio de 1816, la bandera azul celeste y blanca con sus tres franjas fue adoptada como símbolo por el Congreso el 20 de julio de 1816; el Congreso le agregó el sol el 25 de febrero de 1818, aunque solo se usó para entidades oficiales hasta su implementación definitiva en 1985.


PASO A PASO

13 de febrero de 1812: Manuel Belgrano propone al Gobierno la creación de una "escarapela nacional", en vista de que los cuerpos del Ejército usaban distintivos diversos.

18 de febrero de 1812: El Triunvirato aprueba el uso de la escarapela blanca y celeste, decretando: "Sea la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de color blanco y azul celeste..."

27 de febrero de 1812: Entusiasmado con la aprobación de la escarapela, Manuel Belgrano diseña una bandera con los mismos colores, enarbolándola por primera vez en Rosario, a orillas del río Paraná. Allí, en las baterías "Libertad" e "Independencia" la hizo jurar a sus soldados. Luego, mandó una carta al Gobierno comunicando el hecho. Este mismo día, el Triunvirato le ordenó hacerse cargo del Ejército del Norte, desmoralizado después de la derrota de Huaqui.

3 de marzo de 1812: El Triunvirato contesta la carta de Belgrano, ordenándole que disimulara y ocultara la nueva bandera y que, en su lugar, pusiese la que se usaba entonces en la Capital. La orden se debió a la preocupación por la política con el exterior. Pero, cuando la orden salía de Buenos Aires, Belgrano ya marchaba hacia el norte y, por esta razón, no se enteró del rotundo rechazo del Gobierno a la nueva bandera.

25 de mayo de 1812: Al frente del Ejército del Norte, el entonces General en jefe Manuel Belgrano movilizó sus tropas hacia Humahuaca. En San Salvador de Jujuy, enarboló al ejército de su mando la bandera en los balcones del Ayuntamiento, en vez del estandarte real de costumbre que presidía las festividades públicas. Allí, la bandera argentina fue bendecida por primera vez.

27 de junio de 1812: El Triunvirato ordenó nuevamente a Belgrano que guardara la bandera y le recriminó su desobediencia.

18 de julio de 1812: El General contestó que así lo haría, diciendo a los soldados que se guardaría la enseña para el día de una gran victoria.


En 1971 el director de cine René Mugica realizó una película donde se muestran aspectos de la vida del General Manuel Belgrano desde que toma el mando del Ejército del Norte hasta que, junto a sus hombres, vence al enemigo en la batalla de Salta en febrero de 1813.



lunes, 19 de junio de 2017

Artigas - Un Prócer Argentino

José Gervasio Artigas Arnal nació en Montevideo, Banda Oriental, Virreinato del Perú el 19 de junio de 1764. Fue militar y estadista, actuó durante la Guerra de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y se destacó por ser el heraldo del federalismo.





La anécdota la conocí en la Facultad de Ciencias Sociales, en una de esas aulas empapeladas de carteles con siglas de grupos de izquierda impronunciables, una profesora de cadencia arrabalera la narró no sin cierto don histriónico. El protagonista es Giuseppe Garibaldi, el héroe romántico nacido en la Niza italiana del siglo XIX, aquel que con sus mil camisas rojas invadió la península a través de Sicilia, le dio su merecido al Vaticano y le ofreció a Vittorio Emanuele II, soberano de la Casa de Saboya, el territorio unificado de Italia. Contaba mi profesora que en una engalanada fiesta de la Corte, después de firmado el Tratado de Turín, entre la casa de Saboya y Francia, por el cual la Niza italiana se convirtió en la Nice francesa, Garibaldi, que tenía más de bersagliere que de cavaliere, les escupió en la cara al rey y a su ministro Cavour: “¡Traidores, yo les construí una nación y ustedes me dejaron sin patria!”. Tenía razón: él, que había llevado adelante la campaña militar de la unificación italiana, ya no era italiano sino francés, porque la Corona había entregado a Francia la ciudad donde él había nacido. Había sido convertido por el desdeñoso rasgueo de una pluma sobre un papel en un apátrida.

En nuestras tierras también tenemos un apátrida célebre. Un rioplatense que ayudó a liberar a su patria y fue despojado de ella. Su nombre es José Gervasio de Artigas y fue, quizás, el revolucionario y demócrata más profundo de los próceres argentinos. Porque, mal que les pese a orientales y occidentales, Artigas fue un argentino hasta el último día de su vida. Y, como ocurrió con Garibaldi, también se quedó sin patria. 

La primera marca argentina de Artigas figura en el Plan Revolucionario de Operaciones, de Mariano Moreno, quien, en su capítulo dedicado a la Banda Oriental, recomienda entrar en tratativas con el capitán de blandengues José de Artigas. Pero es el propio jefe oriental el que con su acción política demostró su voluntad por mantener su argentinidad. Entre los años 1810 y 1820 participó política y militarmente dentro del territorio de las por entonces Provincias Unidas, y su protectorado de los pueblos libres abarcó la Banda Oriental, la Mesopotamia, Santa Fe y Córdoba. Su proclama de Mercedes, el 11 de abril de 1811, reconoció la regencia de la Junta de Buenos Aires, y encabezó el éxodo oriental hasta tierras occidentales. Además, la versión original del himno argentino celebraba las victorias de San José y Piedras, libradas bajo la comandancia de Artigas en suelo oriental. En 1812 estableció que la Provincia Oriental formara parte indisoluble de las Provincias Unidas y envió sus diputados a la Asamblea del año XIII con instrucciones precisas: independencia, federalismo, libertad civil y religiosa, forma republicana de gobierno, ubicación del gobierno federal fuera de Buenos Aires. Sus exigencias fueron demasiado para los políticos porteños, que deseaban un maniobrable país-maceta con ellos a la cabeza. Artigas, entonces, se convirtió en enemigo acérrimo de los directoriales –posteriormente unitarios– que hicieron lo posible, lo imposible y lo aberrante para sacarse de encima al líder oriental. Es decir, intentaron sobornarlo con la independencia del Uruguay, pero Artigas se negó dos veces. Finalmente, el director supremo, Juan Martín de Pueyrredón, pactó con los portugueses la entrega de la provincia a cambio de que le sacaran de encima a Artigas.

El líder de los orientales continuó con su derrotero hasta que vencido por el, al menos, irresponsable caudillo entrerriano Francisco “Pancho” Ramírez, se exilió en el Paraguay. Cuando Uruguay se independizó, Artigas exclamó: “Yo ya no tengo Patria”. Y tenía razón: Su patria, las Provincias Unidas del Río de la Plata, había expulsado a la provincia donde él había nacido. Artigas se había convertido en un apátrida que añoraba una nación que ya no existía: la gran federación americana. Antes de morir, en septiembre de 1850, apenas un mes después que José de San Martín, encabezó su testamento: “Yo, José Gervasio de Artigas, argentino, de la Banda Oriental…”. Como en los melodramáticos versos de Carlos Guido y Spano, Artigas había sido “argentino hasta la muerte”.

Hay, en el exilio de Artigas, una fuerza metafórica que alumbra una verdad poética. Quizá, el líder de los orientales haya sido el desterrado perfecto: es un exilado que añora una patria que no existe. Y quizá, de alguna manera, todos los habitantes de las provincias de la Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay formemos parte del mismo ostracismo. Tal vez todos hayamos quedado cautivos en esa imposibilidad de retorno, en esa melancólica certeza de saber que nuestros paisitos son más pequeños y mezquinos que el quimérico desvarío de José Gervasio de Artigas.


                                                                                Fuente : criticadigital.com.ar - Hernán Brienza



La Costa será sede del 9º Encuentro Nacional de Municipios Turísticos

El flamante Espacio Multicultural de Mar de Ajó recibirá a su segundo evento de reuniones: el 9º Encuentro Nacional de Municipios Turísticos. La ocasión convocará a municipios de todo el país desde el lunes 3 de julio y hasta el miércoles 5 de julio. La acción servirá para profundizar y compartir prácticas vinculadas al sector.





De este modo, La Costa por primera vez será anfitriona de la Red Federal de Turismo, una entidad que reúne a más de 100 municipios de distintos puntos del país en los que la actividad turística es fundamental. Participarán grandes y pequeños destinos para conformar un espacio de trabajo donde el conocimiento y el intercambio de buenas prácticas sean los principales pilares.

Entre las bondades que ofrece La Costa para el turismo de reuniones, se destaca la infraestructura público y privada, además de la belleza de los paisajes y una comunidad comprometida con ser buenos anfitriones.

El evento de realizará los días 3, 4 y 5 de julio en el Espacio Multicultural de Mar de Ajó, ubicado en Hipólito Yrigoyen y Sacconi.



sábado, 17 de junio de 2017

Homenaje a Martin Miguel de Güemes a 196 años de su fallecimiento

Hoy homenajeamos a Martín Miguel de Güemes, revolucionario salteño, lider de las guerras gauchas en el Norte.




Su nombre completo era Martín Miguel Juan de la Mata de Güemes Montero Goyechea y la Corte. Nació en el campo de la actual provincia de Salta el 8 de febrero de 1785. Estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San Carlos. A los catorce años ingresó a la carrera militar y participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas como edecán de Santiago de Liniers. En esas circunstancias fue protagonista de un hecho insólito: la captura de un barco por una fuerza de caballería. Una violenta bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés "Justine" y el jefe de la defensa, Santiago de Liniers ordenó atacar el barco a un grupo de jinetes al mando de Martín Güemes.

Tras la Revolución de Mayo, se incorporó al ejército patriota destinado al Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en Suipacha. Regresó a Buenos Aires y colaboró en el sitio de Montevideo.

Pero Güemes no olvidaba su Salta natal, a la que volverá definitivamente en 1815. Gracias a su experiencia militar, pudo ponerse al frente de la resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y militarizando la provincia. El 15 de mayo de 1815 fue electo como gobernador de su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820.

A fines de noviembre de 1815, tras ser derrotado en Sipe Sipe, Rondeau intentó quitarle 500 fusiles a los gauchos salteños. Güemes se negó terminantemente a desarmar a su provincia. El conflicto llegó a oídos del Director Supremo Álvarez Thomas quien decidió enviar una expedición al mando del coronel Domingo French para mediar en el conflicto y socorrer a las tropas varadas en el norte salteño a cargo de Rondeau, quién parecía más preocupado por escarmentar a Güemes y evitar el surgimiento de un nuevo Artigas en el Norte que por aunar fuerzas y preparar la resistencia frente al inminente avance español. Finalmente, el 22 de marzo de 1816 se llegó a un acuerdo: Salta seguiría con sus métodos de guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindaría auxilio a las tropas enviadas desde Buenos Aires.

Dos días después, iniciaba sus sesiones el Congreso de Tucumán que designó Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El nuevo jefe del ejecutivo viajó a Salta ante las críticas y sospechas de muchos porteños, que dudaban de la capacidad militar de Güemes y sus gauchos. Pueyrredón quedó tan conforme que ordenó que el ejército del Norte se retirara hasta Tucumán y ascendió al caudillo salteño al grado de coronel mayor.

San Martín apoyó la decisión de Pueyrredón y confirmó los valores militares y el carisma de Güemes y le confió la custodia de la frontera Norte. Dirá San Martín: "Los gauchos de Salta solos están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse de una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado".

Belgrano también valoraba la acción de Güemes. De esta forma nació entre ellos una gran amistad. Esto expresó Güemes a su amigo en una carta: "Hace Ud. Muy bien en reírse de los doctores; sus vocinglerías se las lleva el viento. Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas".

El jefe de las fuerzas realistas, general Joaquín de la Pezuela, envió una nota al virrey del Perú, señalándole la difícil situación en que se encontraba su ejército ante la acción de las partidas gauchas de Güemes. "Su plan es de no dar ni recibir batalla decisiva en parte alguna, y sí de hostilizarnos en nuestras posiciones y movimientos. Observo que, en su conformidad, son inundados estos interminables bosques con partidas de gauchos apoyadas todas ellas con trescientos fusileros que al abrigo de la continuada e impenetrable espesura, y a beneficio de ser muy prácticos y de estar bien montados, se atreven con frecuencia a llegar hasta los arrabales de Salta y a tirotear nuestros cuerpos por respetables que sean, a arrebatar de improviso cualquier individuo que tiene la imprudencia de alejarse una cuadra de la plaza o del campamento, y burlan, ocultos en la mañana, las salidas nuestras, ponen en peligro mi comunicación con Salta a pesar de dos partidas que tengo apostadas en el intermedio; en una palabra, experimento que nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial."

A principios de 1817, Güemes fue informado sobre los planes del Mariscal de la Serna de realizar una gran invasión sobre Salta. Se trataba de una fuerza de 3.500 hombres integrada por los batallones Gerona, Húsares de Fernando VII y Dragones de la Unión. Eran veteranos vencedores de Napoleón. Güemes puso a la provincia en pie de guerra. Organizó un verdadero ejército popular en partidas de no más de veinte hombres.

El 1º de marzo de 1817, Güemes logró recuperar Humahuaca y se dispuso a esperar la invasión. Los realistas acamparon en las cercanías. Habían recibido refuerzos y ya sumaban 5.400. La estrategia de Güemes será una aparente retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de La Serna llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña fue absoluto y las tropas sufrieron permanentes ataques relámpago. El general español comenzó a preocuparse y sus tropas empezaron a desmoralizarse. No lo ayudaron las noticias que llegaron desde Chile confirmando la victoria de San Martín en Chacabuco. De la Serna decidió emprender la retirada hacia el Alto Perú.

Las victorias de San Martín en Chile y de Güemes en el Norte permitían pensar en una lógica ofensiva común del ejército del Norte estacionado en Tucumán a las órdenes de Belgrano y los gauchos salteños hacia el Alto Perú. Pero lamentablemente las cosas no fueron así. La partida de San Martín hacia Lima, base de los ejércitos que atacaban a las provincias norteñas, se demorará en Chile por falta de recursos hasta agosto de 1820. Belgrano, por su parte, será convocado por el Directorio para combatir a los artiguistas de Santa Fe. Güemes y sus gauchos estaban otra vez solos frente al ejército español.

En marzo de 1819, se produjo una nueva invasión realista. Güemes se preparaba nuevamente a resistir. Sabía que no podía contar con el apoyo porteño: su viejo rival José Rondeau era el nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas. La prioridad de Rondeau no era la guerra por la independencia sino terminar con el modelo artiguista en la Banda Oriental, que proponía federalismo y reparto de tierras. El nuevo director llegó a ordenarle a San Martín abandonar su campaña libertadora hacia el Perú y regresar a Buenos Aires con su ejército para reprimir a los federales. San Martín desobedeció y aclaró que nunca desenvainaría su espada para reprimir a sus compatriotas.

El panorama de la provincia de Salta era desolador. La guerra, permanente, los campos arrasados y la interrupción del comercio con el Alto Perú habían dejado a la provincia en la miseria. Así lo cuenta Güemes en una carta a Belgrano: "Esta provincia no me representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y de agonías. La nación sabe cuántos y cuán grandes sacrificios tienen hechos la provincia de Salta en defensa de su idolatrada libertad y que a costa de fatigas y de sangre ha logrado que los demás pueblos hermanos conserven el precio de su seguridad y sosiego; pues en premio de tanto heroísmo exige la gratitud que emulamos de unos sentimientos patrióticos contribuyan con sus auxilios a remediar su aflicción y su miseria". Pero los auxilios no llegaron nunca y la situación se hacía insostenible porque las clases altas de Salta le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armadas a las que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas.

En 1820, la lucha entre las fuerzas directoriales y los caudillos del Litoral llegó a su punto culminante con la victoria de los federales en Cepeda. Caían las autoridades nacionales y comenzaba una prolongada guerra civil. En ese marco, se produjo una nueva invasión española. En febrero, el general Canterac ocupó Jujuy y a fines de mayo logró tomar la ciudad de Salta. San Martín, desde Chile, nombró a Güemes y le pidió que resistiera y le reiteró su absoluta confianza nombrándolo Jefe del Ejército de Observación sobre el Perú. A Canterac no le irá mejor que a La Serna: terminará retirándose hacia al Norte.

El año 1821, fue sumamente duro para Güemes porque a la amenaza de un nuevo ataque español se sumaron los problemas derivados de la guerra civil. Güemes debía atender dos frentes militares: al Norte, los españoles; al Sur, el gobernador de Tucumán Bernabé Aráoz que, aliado a los terratenientes salteños, hostigaba permanentemente a Güemes, quién sería derrotado el 3 de abril de 1821. El Cabildo de Salta, dominado por los sectores conservadores, aprovechó la ocasión para deponer a Güemes de su cargo de gobernador. Pero a fines de mayo Güemes irrumpió en la ciudad con sus gauchos y recuperó el poder. Todos esperaban graves represalias, pero éstas se limitaron a aumentar los empréstitos forzosos a sus adversarios.

Estas divisiones internas debilitaron el poder de Güemes y facilitaron la penetración española en territorio norteño. Los sectores poderosos de Salta no dudaron en ofrecer su colaboración al enemigo para eliminar a Güemes.

El coronel salteño a las órdenes del ejército español José María Valdés, alias "Barbarucho", buen conocedor del terreno, avanzó con sus hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés contó con el apoyo de los terratenientes salteños, a los que les garantizó el respeto a sus propiedades.

Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, "Macacha". Al escuchar unos disparos, decidió escapar a caballo pero, en la huída, recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta. Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las últimas indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta. El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de Güemes derrotaron a "Barbarucho" Valdés y expulsaron para siempre a los españoles de Salta.


En 1971 el director de cine Leopoldo Torre Nilson realiza la versión cinematográfica basada en la novela La tierra en armas de Juan Carlos Dávalos y Ramón Serrano, la cual relata la vida del caudillo General Martín Miguel de Güemes.


viernes, 16 de junio de 2017

Se cumplen 62 años de los bombardeos militares sobre la Plaza de Mayo

El 16 de junio de 1955 quedó marcado en la historia argentina como el día en que más ciudadanos murieron fruto de la violencia armada, con el bombardeo perpetrado por militares de la Marina y la Aeronáutica sobre la Plaza de Mayo en un intento por asesinar al ex presidente Juan Domingo Perón, que dejó en pocos minutos al menos 309 muertos identificados, 2.000 heridos, además de mutilados y cuerpos carbonizados sobre los que habían caído 14 toneladas de explosivos.



En un clima de polarización por la sanción de la ley de divorcio un año antes y la convocatoria, el 20 de mayo de 1955, de una Asamblea Constituyente que haría de Argentina un Estado laico, la Iglesia y los sectores conservadores intentaron poner fin al gobierno de Perón que había sido reelecto con el 63 por ciento de los votos.

Esa mañana, el ex presidente había comenzado su jornada habitual en la Casa Rosada, aunque estaba advertido de que una anunciada exhibición aérea podía desencadenar en tragedia, porque los golpistas no perdonaban que durante una concentración frente a la Catedral Metropolitana -en el marco de la celebración del Corpus Christi-, un grupo que nunca pudo ser identificado
desplegó una bandera argentina y la quemó frente a los manifestantes.

Según las crónicas, aquel jueves frío y sin sol, la multitud presenciaba el desfile cuando a las 12.40 mientras Perón se había
trasladado a un despacho del Ministerio de Guerra ubicado en la avenida Paseo Colón, 40 aviones de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea arrojaron bombas sobre la Casa Rosada y la Plaza de Mayo.

Desde allí pudo escuchar el sonido de los aviones Avro Lincoln y Catalinas de la escuadrilla de patrulleros Espora de la Aviación Naval, coordinados por el almirante Samuel Toranzo Calderón y comandados por el capitán de navío Enrique Noriega.

Los aviones atacantes llevaban pintadas en sus colas una "V" y una cruz, que señalaban "Cristo Vence" y arrojaron las primeras bombas a pocos metros de la Pirámide, en tanto sobre la Casa Rosada cayeron un total de 29 bombas, cuyo peso fue entre cincuenta y cien kilos cada una y otra de ellas destrozó un trolebús repleto de pasajeros.

Simultáneamente, grupos de comandos civiles ocuparon Radio Mitre, anunciaron la falsa noticia de la muerte de Perón y leyeron una proclama golpista, que comunicaba la formación de una junta de gobierno con miembros de las Fuerzas Armadas y representantes del radicalismo, el socialismo y los conservadores.

En respuesta, la CGT convocó a la Plaza a defender a Perón a pesar de su intento por impedirla para evitar más víctimas y a la tarde cientos de manifestantes se concentraron en la histórica plaza y una nueva oleada de aviones volvió a despedir sobre la multitud una carga de nueve toneladas y media de explosivos.

El más sangriento ataque terrorista de la historia argentina se había cometido ese día y servido de prólogo al golpe de Estado que tres meses después depondría al gobierno democrático con la denominada "Revolución Libertadora", liderado por el general Eduardo Lonardi.





miércoles, 14 de junio de 2017

89° Aniversario del nacimiento del Ché Guevara

Ernesto Che Guevara nació un 14 de junio de 1928, en Rosario. Hoy cumpliría 89 años.



Un día como hoy de 1928, hace 89 años, nace en Rosario, Argentina, Ernesto Guevara, conocido como el ‘Che’ Guevara. Fue reconocido por su trayectoria política, por ser escritor, periodista, médico y uno de los ideólogos de izquierda más reconocidos de la Revolución cubana impulsada por el Comandante Fidel Castro.

Desde 1953 viajó por Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala, descubriendo la miseria dominante entre las masas de Iberoamérica y la omnipresencia del imperialismo norteamericano en la región.

En 1955 conoció en México a Fidel y Raúl Castro, uniéndose a la lucha emancipadora que culminó con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959.

Estuvo presente en el Congo, convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo, y al año siguiente volvió a Iberoamérica para promover una revolución de ámbito continental, eligiendo a Bolivia para instalar una guerrilla que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay.

En Bolivia intentó poner en práctica su teoría revolucionaria, según la cual la acción armada crearía las condiciones para una insurrección popular a través de la guerra de guerrillas.

Sin embargo, su acción no fue comprendida por las masas bolivianas y, aislado en una región selvática en donde padeció la agudización del asma que siempre sufrió, fue delatado por campesinos locales, cayendo en una emboscada del ejército boliviano en la región de Valle Grande, donde fue herido, apresado y, finalmente, asesinado.

Dado que el Che se había convertido en un símbolo para los jóvenes de todo el mundo, los militares bolivianos, aconsejados por la CIA, quisieron destruir el mito revolucionario, exponiendo su cadáver, fotografiándose con él y enterrándolo en secreto.

En 1997 los restos del Che Guevara fueron localizados, exhumados y trasladados a Cuba, donde fueron enterrados con todos los honores por el Presidente Fidel Castro.

La figura del Che Guevara tiene las extraordinarias dimensiones de un visionario que luchó por superar la injusticia del capitalismo. Su ejemplo implica un compromiso real a favor de los oprimidos y el desarrollo de una conciencia orientada a la liberación ideológica, con base en el trabajo creador y humanizante.

Las ideas de Ernesto Che Guevara son influencias para gran parte de los movimientos de liberación de los pueblos de todo el mundo, que luchan contra la injerencia y el intervencionismo de las grandes potencias.

En este contexto en el que el panorama mundial vuelve a estar en emergencia, es necesario acudir a su pensamiento y la acción políticas, esa que más se aproximó al sueño bolivariano de crear y proteger a la Patria Grande.






lunes, 12 de junio de 2017

Recordamos a Adrián Otero a 5 años de su fallecimiento

Adrián Fernando Otero nació en Villa Luro el 31 de julio de 1958 y se crió en el barrio de Mataderos.




En su juventud cursó estudios de Psicología y recorrió parte de América, Europa y África. En tales viajes se desempeñó en diferentes tareas: como periodista deportivo, artesano y cocinero. Después de un tiempo decidió incorporarse definitivamente a la banda de blues Memphis La Blusera. Otero se desempeñó como la voz principal de Memphis y autor de la mayoría de las letras del grupo, al cual entró en el año 1980.

También trabajó en los filmes Graciadió (1997) y 5 pal' peso (1998) de Raúl Perrone.


Se incorporó a Memphis la Blusera en 1980, banda con la que recorrió un largo camino de reconocimiento a nivel masivo, y compartió con ella escenarios internacionales. Recibió en 1995 el Premio Konex como uno de los mejores cantantes de rock de la década en Argentina. En marzo de 2008, después de ser la cara más visible del conjunto y de compartir innumerables éxitos, premios y reconocimientos, Adrián Otero decidió alejarse de la banda blusera. El anuncio fue hecho por él mismo a través de un comunicado de prensa, en el cual manifestó su decisión:

"Después de meditarlo mucho... le digo adiós a Memphis... doy un paso hacia el futuro... inicio desde ahora mi etapa como solista."


El nombre de su primer disco es "Imán". Este álbum se grabó durante los meses de mayo y junio de 2008, y cuenta con canciones rockeras que muestran un nuevo estilo, conservando su inconfundible timbre de voz, ronca y sutil. A pocos días de su muerte estaba por salir a la luz el segundo disco de Otero como solista.

El 13 de julio de 2012 iba a ponerse en venta un trabajo que tenía al cantante poniéndole la voz a diferentes covers todos ellos del rock nacional. Entre las canciones interpretadas por Otero aparece «Juntos a la par», de Yulie Ruth (aunque la canción se hizo más conocida gracias a la versión de Pappo). Su última aparición en televisión ocurrió el 23 de mayo de 2012, cuando fue invitado al programa Soñando por Cantar en el que cantó junto a un participante, en un anfiteatro de la localidad bonaerense deTigre. En el jurado de ese concurso musical se encontraba Oscar Mediavilla, quien produjo su último disco. Cuando terminaba su participación y se despedía del escenario, Otero le prometía a los asistentes que iba regresar al mes siguiente para firmarles a todos su nuevo disco, hecho que no se pudo dar.

Adriám Otero falleció en un accidente automovilístico ocurrido en el kilómetro 523 de la Autopista Rosario-Córdoba, en la localidad cordobesa de Ballesteros, cuando se dirigía a Capilla del Monte.

Compartimos con ustedes a modo de homenaje "El Jinete del Blues" segundo y último álbum de estudio de Adrián Otero, lanzado el 1 de julio de 2012, tres semanas después de su fallecimiento. El álbum cuenta con versiones de clásicos del rock nacional.




Aniversario del fusilamiento del general Juan José Valle

Hoy se cumplen el 61 años del fusilamiento del general Juan José Valle. El 9 de junio de 1956 había encabezado una sublevación cívico-militar contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas. El levantamiento fue rápidamente sofocado y tres días después Valle fue fusilado en la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires.



El golpe militar contra el gobierno de Perón comenzó el 16 de septiembre de 1955 y, dos días después, el ministro de Guerra, general Franklin Lucero, pidió a leales y rebeldes que parlamentaran. Perón envió una carta al Ejército ofreciendo su renuncia. Lo hizo ante la amenaza de la Marina de Guerra de bombardear la destilería de YPF en La Plata (ya había destruido la de Mar del Plata). La carta de Perón dio lugar a que se constituyera una junta militar integrada por siete generales, entre ellos el general Valle. La junta inició las negociaciones y el 21 de septiembre el general Eduardo Lonardi, desde Córdoba, se proclamó presidente, solicitando, a su vez, reconocimiento internacional y de las fuerzas hermanas. El 23 Lonardi asumió la presidencia y pronunció aquella célebre frase que le costó la jefatura del movimiento revolucionario: “Ni vencedores ni vencidos”. El 13 de noviembre el sector más reaccionario y liberal del Ejército lo reemplazó. Asumió el general Pedro Eugenio Aramburu, militar que había llegado al generalato gracias a gestiones de un compañero de armas y de vacaciones: el general Juan José Valle. Pronto, Aramburu devolvió favores: dio de baja a su camarada y amigo.

Contrarrevolución

La noche del 9 de junio de 1956 se produjo el movimiento que tuvo ramificaciones en varias provincias, entre ellas Salta. Esa noche murieron Blas Closs, Rafael Fernández, Bernardino Rodríguez, Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera. Sólo Yrigoyen y Zanera eran rebeldes.

Ante la asonada, el gobierno militar reaccionó aplicando un castigo ejemplar: fusilar a los sublevados. Y así, entre el 9 y el 12 de junio de 1956, veintisiete civiles y militares fueron pasados por las armas. Algunos, como los de José León Suárez, se concretaron antes que la ley marcial estuviese en vigencia. Cuando Valle se enteró de las ejecuciones, decidió entregarse a las autoridades, pues estaba refugiado en la casa de su amigo Andrés Gabrielli. Ante su decisión, Gabrielli entrevistó al capitán Francisco Manrique y obtuvo la promesa de que se respetaría su vida.

El 12 de junio Manrique buscó a Valle en la casa de Gabrielli y lo llevó al Regimiento de Palermo. Allí fue interrogado y condenado a muerte. Cuentan que Manrique le pidió a Aramburu que le conmutara la pena, pero éste adujo que después de haber fusilado a suboficiales y civiles no se podía dejar de aplicar la misma pena al cabecilla.

A las 8 de la noche la familia fue informada que dos horas después Valle sería fusilado. Su hija Susana corrió a ver a monseñor Tato, que había sido expulsado por Perón en 1955. Este, por intermedio del nuncio apostólico, logró que el papa Pío XII telegrafiara un pedido de clemencia a Aramburu, quien no cambió de opinión.

A las 10 de la noche del 12 de junio de 1956, y luego de despedirse de su esposa e hija, el general Juan José Valle fue fusilado.


Antes de morir, el general Valle envió la carta que a continuación citamos al general Aramburu

Carta a Aramburu

“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido.

”Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta.

”Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.

”Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.

”La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada argentino a cada paso que da.

”Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido.

”Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.

”Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria.”

                                                                     
                                                                      Juan José Valle. Buenos Aires, 12 de junio de 1956.

miércoles, 7 de junio de 2017

7 de Junio Día del Periodista

El Día del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas.



El 7 de junio se conmemora en Argentina el Día del Periodista, esta fecha se determinó en el Primer Congreso Nacional de Periodistas en 1938. Ese mismo día Mariano Moreno había fundado el periódico "Gazeta de Buenos Ayres".

La Primera Junta determinó por decreto la fundación de "Gazeta de Buenos Ayres" en 1810 y ese 7 de junio salió la primera publicación del periódico, que fue el primero de la etapa independentista del país. El objetivo era anunciar los actos oficiales y noticias, tanto locales como internacionales. En él escribían Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, entre otras personalidades de la época.

Mariano Moreno fundó y dirigió el periódico oficial en el cual también publicó un decreto de libertad de prensa, la cual pregonaba. Moreno murió un año después en alta mar mientras se dirigía a Inglaterra para un encuentro diplomático.

"¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?... Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gaceta de Buenos Aires", escribía Mariano Moreno en esa primera publicación de "Gazeta de Buenos Ayres".